Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
23 de junio de 2017
Lecturas: Deut 7: 6-11 | Salmo 102 | 1 Jn 4: 7-16 | Mt 11: 25-30
“Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.”
La afirmación que da título a este artículo no es mía. Mi atrevimiento puede ser grande, pero algunas expresiones son demasiado grandes hasta para mí. Por eso no sé si yo me atrevería a pronunciar una frase así de hermosa y rotunda. Pero como para esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús me parece apropiada, pues voy y la copio. Así, sin más. Para comenzar el artículo de este día de un modo sonoro y evocador.
¿A quién le robo la frase “el Señor se enamoró de vosotros”? Pues a Moisés. Sí, ese, el Moisés que usted conoce; el de la Biblia, el compañero de fatigas de Dios y su pueblo a lo largo del éxodo por el desierto. Porque resulta que esto fue dicho por Moisés en el Sinaí (Dt 7:7).
Me encanta este texto porque se salta nuestros planteamientos habituales y nos revoluciona el espíritu y la mente. Sólo a quien ha estado en diálogo íntimo y cómplice con Dios se le puede ocurrir decir algo así. Cada traducción lo dice con una palabra más o menos bonita, pero el sentido es que Dios ama a Israel. Lo vuelve a decir en el versículo siguiente (“porque los ama”, Dt 7:8). Las palabras de Moisés refuerzan la idea del amor de Dios, al insistir que la elección era decisión de Dios basada en su amor y no en los méritos de Israel (“no es porque ustedes sean la más grande de las naciones, ya que en realidad son la más pequeña de todas ellas”, v. 7; “ustedes eran esclavos”, v. 8)…
Es impresionante que quien nos enseña el verdadero sentido del amor, desinteresado, completo, gratuito, sea Dios mismo.
Es impresionante que quien nos enseña el verdadero sentido del amor, desinteresado, completo, gratuito, sea Dios mismo amándonos a nosotros, los hombres y mujeres que caminamos dando tumbos por la vida; los que en ocasiones buscamos refugio en Él y otras veces nos escapamos de la ternura divina; los que una vez al año (por aquello de que “una vez al año no hace daño”…) nos arrodillamos y nos planteamos cosas.
De repente llega Jesús y nos lo explica con otras palabras y nos aclara de qué iba todo el asunto. Y ahí se armó la revolución. Porque el universo no gira alrededor del sol ni del ombligo del presidente de turno, sino entorno al amor de Dios. Amor que es capaz de crear, generar, emanar, dar vida y volverla a dar: vida física, vida moral y vida eterna. Dios se la pasa dando amor en cada cosa que da, desde mandamientos hasta perdones. Dios tanto amó al mundo que nos envió a su Hijo (Jn 3:16) para que aprendiéramos que el amor de Dios le convierte en Padre, aunque se merezca ser tratado como Dios. Jesús nos cambió la vida encerrando los diez mandamientos en dos (Mt 22:37-39) y son cosas del amor: amar a Dios y amar al prójimo. Y por si fuera poco, “en estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas” (Mt 22:40).
Para poder expresar todo esto, se nos ocurrió ponerle la imagen más humana de Dios, que es Cristo encarnado. Igual que nosotros expresamos nuestro amor con la imagen del corazón, así quisimos reconocer y hacer visible ese amor divino en la imagen del Corazón de Jesús. Porque “antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13:1). Se trata de un corazón humano capaz de amar con el amor de Dios y Dios amándonos de un modo que nosotros podemos comprender porque es una experiencia paralela a nuestro sentimiento. ¡Qué gran inspiración! Ojalá que nos mueva en cada momento para amar a Dios y al prójimo y amarnos bien a nosotros mismos.
Si tiene algo que decir, cuéntemelo en palabra@americamedia.org, en Twitter @juanluiscv.
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Oración
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
(Permítanme que nuestra oración de este día sea la más sencilla y popular jaculatoria al Sagrado Corazón de Jesús. Con estas pocas palabras miles de cristianos se han entregado al amor de Dios y eso mismo deseamos hacer nosotros hoy. Que así sea).
Celebramos "Corpus Christi," no "vir Christi." Celebramos el Sagrado Corazón de Jesús, no la sagrada masculinidad de Jesús. Esta confusión de la Palabra encarnada con la ideología patriarcal de género es una desgracia pastoral en la Iglesia de hoy, y se me hace que tiene mucho que ver con la crisis de vocationes. ¿Quién se enamora hoy en día de un Dios patriarcal? ¿Quién se enamora hoy en día de una iglesia patriarcal?