Fiesta de Natividad de la Santísima Virgen María
8 de septiembre de 2017
Ponemos toda nuestra esperanza en un niño. Ahora, para que nazca ese niño, hace falta una niña. Y para que nazca esa niña hace falta unos padres que críen a su hija en la fe. Así, cuando crezca, esa niña podrá reconocer la voz del ángel como mensaje de Dios y no como visión pseudomística o fruto de una indigestión. No es sólo que Dios haya querido encarnarse en una mujer (Gal 4:4). El milagro de María Madre de Dios proviene también de la fe de los que prepararon el camino.
Después de María, al decir “sí” heredamos la gracia que su Hijo nos trajo.
Es difícil aceptar la necesaria colaboración de las mujeres y los hombres que caminan por la vida para que el proyecto divino funcione. Digo “necesaria colaboración” porque así Dios lo dispuso al contar con nosotros para todo este plan de salvación. El Salvador es uno, Jesucristo, el Señor, el Hijo de Dios. Junto a él estuvo todo un abanico de hombres y mujeres, ricos y pobres, sabios e iletrados, reyes y pastores, pecadores y profetas. Muchos tomaron en serio el mensaje de Dios, pero sobre todo se pusieron al servicio del Señor para comunicar a otros la Buena Nueva.
La fiesta del nacimiento de la Virgen María es una celebración del don especial que ella recibió al ser elegida para nacer sin pecado y responder a una misión única. Además es el recordatorio de nuestro rol en el plan salvífico de Dios. No sólo somos beneficiarios de la vida eterna. Somos protagonistas en el hecho de aceptar la redención y somos responsables de que otros también la alcancen. Este evento es más que una anécdota en la vida de la madre de Jesús/madre de Dios. Es el momento crucial en el que una humanidad nueva empieza. Ésta surge marcada por la liberación del pecado y no por el pecado heredado. Después de María, al decir “sí” heredamos la gracia que su Hijo nos trajo.
Celebramos el memorial de la colaboración entre Dios y la humanidad. Fue el primer paso hacia un nuevo modo de escribir la historia de salvación. Introdujo otra manera de relacionarnos los pueblos y la gente. Es comienzo de la sanción global, de la liberación definitiva de las cadenas del mal, el pecado y la destrucción. Es el advenimiento de la vida eterna. Tanta novedad porque nacerá Jesucristo y propiciará todo eso. Pero no olvidemos que “nada sucederá mientras no dé a luz la que ha de dar a luz” (Miq 5:3), cuyo cumpleaños celebramos hoy.
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Oración
Madre del cuidado y la ternura. Madre de Dios y de nosotros. Corazón abierto al amor total, al amor generoso, al amor verdadero. Colaboradora del Señor. Compañera de nuestro camino. Cuídanos, quiérenos. Madre. Amén.