El Viernes Santo, viernes de la Cruz, conmemoramos el hecho histórico de la crucifixión de Jesucristo y, además, conectamos con el profundo sentido espiritual de ese día, pues fue cuando de facto se produjo nuestra redención.
Nosotros somos los receptores y beneficiarios del plan salvífico de Dios; nosotros somos quienes recibimos la salvación. Es difícil vivir como Dios nos pide, pero no hay excusas.