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(Fotografia: Patrick Hendry/Unsplash) 

27 de mayo de 2018

Solemnidad de la Santísima Trinidad, B

Lecturas: Dt 4, 32-34. 39-40 | Salmo 32 | Rom 8, 14-17 | Mt 28, 16-20

Si leemos el Evangelio con cuidado, nos daremos cuenta de que el ministerio de Jesús fue completo; mucho más completo de lo que la mayoría de las personas toman en cuenta. El problema no está en el Evangelio, sino en cómo lo leemos o interpretamos. Ese ministerio completo de Jesús los evangelistas lo resumen con estas palabras: “Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo” (Lc 24:19).

El paso de Jesús, Dios-con-nosotros, por la tierra no fue solamente el de un gran maestro con sabiduría espiritual que nos enseñó un camino de unidad mundial, como muchos (¡demasiados!) presentan. Sin duda eso es uno de los aspectos más llamativos del Jesús, puesto que presenta un modelo concreto de comportamiento que ayuda a transformar el mundo para mejor. Es evidente que las enseñanzas del Maestro de Nazaret son seductoras y fermento del cambio necesario y lógico que posibilite la nueva humanidad. Pero cuidado con reducir a Jesús a un filósofo de palabras bonitas, por muy inspiradoras que sean.

Las palabras de Jesús fueron mucho más que doctrina humanista, porque fueron revelación. Técnicamente, definimos la revelación como la automanifestación y autodonación de Dios en Jesucristo. Esto significa que desde el principio de los tiempos, Dios se hizo visible y presente ante los seres humanos para que pudieran conocerle; y desde el principio estuvo diciendo quién es y cómo es. Se plantea que el lenguaje usado a lo largo de los siglos fue evolucionando. Dios se fue revelando poco a poco. Solo con la encarnación de Dios en Jesús de Nazaret se completa la revelación. Por eso sus palabras son tan importantes para los que deseamos conocer a Dios.

Fue el mismo Jesucristo quien nos enseña de modo claro y explícito que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19). Una afirmación así adquiere una significación definitiva al ser un concepto teológico que revela la naturaleza completa de Dios. Muchos hubieran querido en Israel en el siglo I que Jesús anunciara simplemente una revolución política contra el invasor romano (Jn 19:12), o una reestructuración de la institución religiosa del judaísmo (Mt 21:12-13), o una bondad universal algo naif (Mateo 5:38-47) tan bonita que muchos creyeron que no había que tomarla en serio. Sin embargo, el Maestro era algo más que un maestro de bienestar holístico tan de moda actualmente; era un teólogo y habló de teología (y también por eso le acusaron de blasfemia, Jn 19:7). En su caso (se supo después) no fue reflexión sobre Dios, sino revelación de Dios.

Hoy celebramos no solo que Dios es Trinidad, sino que sabemos que es Trinidad. El misterio de Dios evidenciado para nosotros. La voluntad del Dios de Jesucristo es que sepamos lo más posible de El y, al final de nuestros días, verlo cara a cara. Más aún, no es solo llegar a su presencia magnífica, sino Dios Trino que quiere que le conozcamos y participemos del misterio. Si se fija bien en las lecturas que la liturgia nos propone este domingo, la idea fundamental que recibimos es que el misterio de la Trinidad (misterio de Dios) se pone en relación con nuestra filiación. Es decir, Dios trino, Dios comunidad, Dios amor… y nosotros con Él. Por algo “los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre” (Salmo 32:18-19).

Toda esa inmensidad divina puesta al servicio de la comunión hasta el fin de los tiempos (Mt 28:20). El misterio de la Trinidad se convierte en misterio del amor para que nosotros los hombres podamos acercarnos a entender y sentir quién es Dios y quién es Dios-con-nosotros. La fiesta de la Santísima Trinidad es una profunda motivación espiritual e intelectual. Despierta nuestra ansia de conocimiento de Dios y el deseo de seguir cada día más cerca de Él, hasta que al final le veamos tal cual es (1Jn 3:2).

Por favor, recuerde que puede compartir con nosotros ideas, comentarios y opiniones en palabra@americamedia.org y en Twitter @juanluiscv.

Oración

Hazme santo para poder estar cerca de ti y para que otros puedan estarlo también. Amén.

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