¿Cuántas veces esa es la mejor instrucción que podemos recibir? ¿Cuántas veces lo que más nos falta es detenernos a mirar, a contemplar? Es la interiorización de las cosas lo que nos sostiene verdaderamente en los caminos de la vida.
La respuesta de Dios en el Evangelio de este domingo se muestra dialogante, comprensiva, tolerante y misericordiosa. Dios nos hace colaboradores de su viña y, al ser parte del equipo, nos da explicaciones, razones y motivos. Nos hace copartícipe de su plan.
Jesús y Juan actuaban como verdaderos médicos. Se interesaban sinceramente por la salud espiritual de aquellos que se les acercaban. Por eso a veces sus palabras eran de denuncia, pero siempre cargadas de amor. Porque sólo con amor se puede decir la verdad dolorosa a los demás.
De poco sirve recordar la encarnación de Cristo si no nos impulsa a preparar su venida gloriosa. Usamos la Navidad para grandes fiestas. Ahora, ¿hasta qué punto nos inspiran éstas a transformar el mundo y preparar los caminos del Señor?