Jesús plantea para ellos dos posibles actitudes: 1) el que conoce, pero rechaza de primeras seguir al Señor; 2) el que aparenta seguir los mandamientos y por dentro hace lo que le da la gana. Los dos son hijos, los dos conocen su responsabilidad, los dos saben que son beneficiarios del campo y sus frutos.
A los ojos de Dios lo que cuenta es que, a fin de cuentas, todos los invitados a trabajar, se pusieron manos a la obra. Benditos aquellos que lo hicieron desde el amanecer porque estuvieron prontos a construir el reino desde temprano y porque, gracias a su esfuerzo, la obra comenzó.