30 de marzo de 2018
Viernes Santo, B
Lecturas: Is 52, 13–53, 12 | Salmo 30 | Heb 4, 14-16; 5, 7-9 | Jn 18, 1–19, 42
Si leyó nuestra reflexión del Domingo de Ramos aquí,comentábamos algunos aspectos de las protestas estudiantiles a favor de la reducción de la venta de armas en EE.UU. Ahí citamosuna foto en particular: un muchacho con un cartel que dice: “Me next?” (¿Seré el próximo?).
Con el periplo de ataques violentos en las escuelas, es doloroso el mensaje de ese muchacho preguntándose si será la próxima víctima. Parece más el pensamiento de un soldado durante la batalla, mientras ve caer a sus compañeros a un lado y al otro bajo el fuego enemigo.
Pero aquí no hay enemigos. Aquí hablamos de otros conciudadanos que se vuelven locos y—influenciados por noticias, miedos y obsesiones—hacen lo más terrible que pueda imaginarse. No obstante, es el derecho de cada ciudadano a tener un arma de fuego. Según muchos, eso no se cuestiona. Gracias a Dios hemos cuestionado otras cosas que impedían la mejora de la sociedad. Hemos, por ejemplo, derogado la esclavitud. Es bueno cuestionar y cuestionarse. Para eso nos ha servido la Cuaresma de la historia, del status quo heredado, de las costumbres culturales absolutizadas.
Me asusta cómo aquellos que cuestionan el sistema son tachados de traidores. ¿Desde cuándo pensar que podemos vivir de otro modo resulta tan terrible? La falta de diálogo y consenso es la desgracia de nuestro mundo. Los políticos están más preocupados en ganar unas elecciones que en servir al electorado.
Los políticos suelen andar con demasiados intereses ocultos, individuales y comerciales. En esto son un mal ejemplo para la nueva generación. Por eso estos jóvenes sale a la calle y protestan. Buscan dialogar, exponer sus criterios y que se les escuche su voz. Los mayores en cambio estamos ocupados en “vaya usted a saber qué”.
Hoy es Viernes Santo, viernes de Pasión y de dolor, viernes de violencia inútil y sangre inocente. Jesús es el “me next”. Él es quien muere. Lo convirtieron en enemigo por cuestionar el sistema y dialogar con todos. Durante su vida, Jesús se relacionó con los pobres, ricos, justos, pecadores, hombres, mujeres, sanos, enfermos, judíos, gentiles y hasta con los niños. Éstos eran los más olvidados de su época y les dedicó ese revolucionario y tierno: “Dejad que se acerquen a mí”, (Mt 19:14).
Muchos quisieron dialogar, pero los poderosos prefirieron ponerlo a prueba y tentarlo. Los fariseos, saduceos y sacerdotes no dialogaron con él. Se aferraron más bien a sus privilegios y llevaron a Jesús a la muerte. Qué triste que Pilatos, Caifás y Herodes sólo se acercaron a aparentar diálogo cuando Jesús ya estaba encadenado. No fue hasta después de haberlo condenado a muerte sin juicio que mostraron algo de apertura hacia Él.
¿Acaso haremos eso mismo con los jóvenes que no comprenden la sociedad que les hemos dado? Repetimos esta cerrazón con quienes emigran de sus países, con los que votan por otro partido, y los que tienen otra fe, otra raza, otra tendencia sexual.
Pues no, digo que no, que ya basta. Ese es mi compromiso con el Señor en este Viernes Santo. Protesto y me rebelo. Salgo al vía crucis en la Jerusalén que me toca vivir y protesto porque Cristo fue crucificado. Otros cristos siguen subiendo a la cruz. Seguiré protestando, seguiré elevando mi voz y haciendo que se oiga. Seguiré… aunque ya sé que llevo escrito en el pecho “me next”.
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Oración
Me acerco a Tu cruz, Jesús del Viernes Santo, para aprender a cargar con mi cruz. Y así aprender también a caminar sobre las aguas, a ser valiente y a resucitar cuando me toque. Amén.