A la espiritualidad moderna se le suele criticar que evita los problemas reales camuflándose de positivismo buena onda. Ahora, eso suele cubrir un egocentrismo sangrante. No podemos caer en eso también nosotros.
Tras el triunfo sobre la cruz y la muerte, corremos el riesgo de relajarnos y dejar pasar ciertas cosas. Es tiempo de recordarnos las exigencias de la vida espiritual.