Tantas veces ha sucedido que las personas participantes ni siquiera se plantearon que la parábola hablaba de una boda. No es que no lo diga, o que desconozcamos el ritual de una boda hebrea del siglo I; simplemente se trata de no darse cuenta del ambiente global en el que se desarrolla el evangelio.
La esperanza cristiana se basa en la humanidad de cada uno; en el esfuerzo con el cual colaboramos en la construcción del Reino. La encarnación de Dios en Jesucristo saca la esperanza de lo teórico y la encarna.
Los fariseos le preguntan a Jesús: "¿cuál es el mandamiento más importante?" Quizá la verdadera pregunta es más bien: "¿qué necesitamos para vivir según los mandamientos?"
Que cada quien revise su modo de actuar, de dialogar, de proponer, de analizar. ¿Tus preguntas son “insidiosas”? Es decir, cuando te acercas al pensamiento del otro, ¿lo haces con prejuicio o con sinceridad? ¿Buscas conocerlo o atraparlo?
En la vida corremos el peligro de no ser los convidados a nuestra propia fiesta. Algo así como el Niño Jesús en los banquetes de Navidad, que ni está ni se le espera, preocupados como estamos en viandas y vestidos.